TEMA 4 (I) LA FILOSOFÍA DE LA CIENCIA

TEMA 4.
LA FILOSOFÍA DE LA CIENCIA”


CONCEPCIONES HISTÓRICAS DE LA CIENCIA.
La ciencia se originó al mismo tiempo que la filosofía, en el siglo VI a.C. Pero, a lo largo de la historia, su objeto de estudio se ha definido de diversas maneras. Veamos cuáles han sido las principales propuestas:

La ciencia aristotélica.
El modo de entender la ciencia de Aristóteles dominó la investigación sobre la naturaleza durante la Antigüedad y la Edad Media. Su concepción presenta las siguientes características:
No distingue entre ciencia y filosofía. Para este pensador, la física y las matemáticas son partes de la filosofía. El saber es unitario y no hay diferencias esenciales entre los conocimientos que lo conforman, que únicamente se ocupan de aspectos diferentes de la realidad.
La ciencia es un saber que se preocupa por conocer las causas primeras de lo real. Aristóteles distingue entre ciencia y experiencia. La experiencia es un tipo de conocimiento directo e intransferible que cada uno posee de aquello con lo que entra en contacto. Las realidades que pueblan el universo son individuales y su singularidad hace que no pueda haber verdadera ciencia sobre ellas.
La ciencia consiste en proporcionar una explicación a aquello que provoca nuestra admiración, señalando las causas primeras que lo hacen ser como es. La ciencia nace de esa admiración, de la sorpresa ante algo necesitado de explicación. Pero no se construye como ciencia hasta que no se encuentren las causas. Entre estas, destaca la causa final u objetivo perseguido. Para Aristóteles, todo en la naturaleza está orientado hacia la consecución de un fin preestablecido.
La ciencia trata de las esencias, de lo que hay de universal en cada cosa particular. Cada ser posee unas propiedades específicas, que son sólo suyas, y otras que comparte con todas las cosas que son del mismo tipo. Estas últimas propiedades cosntituyen la esencia y son el objeto de estudio de la ciencia. Por tanto, al conocer la esencia de un ser particular, se conocen las cualidades universales que posee y se alcanza el saber de las primeras causas que explican todos los cambios que experimenta.

La ciencia galileana.
La ciencia moderna iniciada por Copérnico y continuada por Galileo utiliza la experimentación como método de comprobación, renuncia al conocimiento de las esencias, no se interesa por las causas últimas (sino por cómo se producen los fenómenos naturales), y se basa en el postulado de la objetividad. Como consecuencia:
Distingue entre ciencias experimentales y saberes racionales, que no pueden ser objeto de experimentación. Se separan, así, la ciencia y la filosofía.
Se centra en el estudio de las propiedades cuantificables, se pasa de los cualitativo de la ciencia aristotélica a la ciencia cuantitativa galileana. Galileo llegó a afirmar que las propiedades no cuantificables son meramente subjetivas y, por lo tanto, no se encuentran en el objeto.
Se rechaza cualquier forma de teleología o búsqueda de una finalidad como principio explicativo de los fenómenos naturales.

La ciencia contemporánea.
A finales del siglo XIX y principios del siglo XX, los acontecimientos obligaron a dar un nuevo giro a la manera como se concebía la ciencia. Para empezar, la extensión de sus dominios alcanzó el ámbito de lo humano. Nacieron, así, las llamadas ciencias humanas: la psicología, la sociología, la economía, la antropología social, etc. El problema radica en que, en este tipo de ciencias, las explicaciones causales, propias de las ciencias aplicadas al estudio de la naturaleza, resultaron estériles. La enorme cantidad de factores que intervienen en una decisión humana provoca que sea imposible realizar predicciones científicas sobre la base de leyes causales.
La incapacidad para hacer predicciones científicas afectó también a las ciencias de la naturaleza y tuvo como consecuencia:
Desaparició la idea de un conocimiento objetivo, que había sido uno de los pilares fundamentales de la ciencia galileana.
Se hizo necesario volver a los inicios, en los que la separación entre ciencia y filosofía no era tan radical.
Buena parte de las teorías científicas actuales no pueden ser sometidas a experimentación directa.
Las propias teorías científicas hacen emerger cuestiones que demandan unas respuestas que se encuentran más allá de los límites de lo que entendemos como ciencia, por ejemplo las cuentiones éticas que se plantean ante la pŕactica científica.

LA CIENCIA: ELEMENTOS Y CLASIFICACIÓN.
La ciencia es un modo de conocimiento que aspira a formular las leyes por las que se rige un determinado tipo de fenómenos. Así, por ejemplo, gracias al conocimiento ordinario, sabemos que el agua se solidifica si se enfría lo suficiente. Pero este tipo de conocimiento no explica cómo ni por qué ocurre, ni tampoco concreta cuánto hay que enfriar el agua para que se vuelva sólida: la ciencia nos proporciona la explicación y la medida exacta del enfriamiento necesario. Para hacer posible su trabajo, la ciencia necesita conceptos específicos que den nombres precisos al tipo de realidades de las que se ocupa. También debe ser capaz de formular leyes y teorías que expliquen los fenómenos estudiados.
Conceptos científicos.
Los conceptos científicos son entidades abstractas que construimos y que nos permiten identificar, diferenciar y comparar los objetos de los que consta la realidad. En general, presentan un grado de imprecisión que los hace útiles para adaptarse a una amplia gama de circunstancias. Por ejemplo, la palabra “banco” es ambigua porque se emplea para nombrar distintos conceptos que sólo el contexto nos permite distinguir.
Sin embargo, la ciencia no puede permitirse esas ambigüedades y por eso genera una red de conceptos en donde no puede existir ninguna imprecisión. Los conceptos científicos pueden ser de tres tipos:
Concepto clasificatorio: por ejemplo, lo es el concepto “silla”, ya que es un tipo de mueble con unas determinadas características. Este concepto junto con otros (“mesa”, “sofá”, etc,..) nos permite clasificar las muebles para diferenciarlos de otros objetos. La ciencia cuenta con conceptos clasificatorios pero mucho más precisos. Por ejemplo, los conceptos con los que nombramos a los distintos elementos químicos. Cada uno se define por el número de protones que tiene en el núcleo atómico. Si el átomo tiene seis protones, se trata de carbono, si tiene siete, se trata de nitrógeno. No hay margen para el error y la confución.
Conceptos comparativos: permiten clasificar y ordenar las cosas en conjuntos independientes. Los conceptos de densidad, antigüedad o dureza son comparativos puesto que establecen diferencias de grado cuando se aplican a distintas entidades. Por ejemplo, la dureza es el concepto comparativo utilizado en mineralogía que utiliza como estadar la escala de Mohs que fija valores de dureza de 1 a 10.
Conceptos métricos son prácticamente exclusivos de la ciencia y nacen de la idea de medir o asignar números a los objetos y procesos y representar unas propiedades específicas que se denominan magnitudes. Una vez asignado el valor numérico, se pueden realizar operaciones matemáticas de modo que se logren predicciones precisas. Los conceptos de velocidad, temperatura o intensidad eléctrica son ejemplos de conceptos métricos.

Leyes científicas.
Una ley científica es la expresión de la relación regular, constante e invariable que observamos entre dos fenómenos o entre sus propiedades. En ciencia encontramos una enorme variedad de leyes que pueden ser clasificadas a tendiendo a distintos criterios:
Criterio de probabilidad:
Leyes deterministas: la relación expresada en la ley se da en todos los casos. (p.e. Ley de la Gravitación Universal)
Leyes probabilísticas: la relación expresada en la ley se da en un determinado procentaje de casos. (p.e. Ley de relación entre consumo de tabaco y cáncer de pulmón)
Criterio de relación temporal entre fenómenos conectados por la ley:
Leyes de coexistencia: establecen una relación entre valores simultaneos de dos magnitudes. (p.e. La ley de Boyle sobre la relación existente entre la presión y el volumen de un gas en uun recipiente cerrado)
Leyes de sucesión: establecen las condiciones entre los dos estados sucesivos de modo que uno pueda dar lugar a otro. (p.e. La ley de relación entre el aumento de la temperatura y la dilatación de los metales )
Criterio sobre la posibilidad de interferencia:
Leyes estrictas: establecen relaciones entre fenómenos que no pueden ser alteradas por ningún tipo de circunstancia ajena.
Leyes interferibles: establecen las relaciones entre fenómenos que pueden tener excepciones si no se cumplen determinadas condiciones iniciales. (p.e. )
Las leyes constituyen explicaciones sobre la realidad observable y, por eso, son directamente comprobables a través de la experiencia. Además, poseen tres características fundamentales: son universales, necesarias y poseen capacidad predictiva:
Universalidad: Las leyes son la expresión de una regularidad que existe en la naturaleza. Por tanto, todos los seres naturales y todos los fenómenos de la naturaleza de la clase a la que se refieren estarán sujetos a ellas sin excepción.
Necesidad: No sólo nos dicen cómo son las cosas, sino que también, dado el orden natural existente, no pueden ser de otra manera.
Capacidad predictiva: Son capaces de anticiparnos hechos que sucederán a partir de los datos procedentes del pasado y del presente.
Sin embargo, conviene precisar que no todos los enunciados universales son leyes científicas. Hay enunciados como “Todas las sirenas tienen cola de pez” o “Todos los residentes en el barrio X son de origen asiático” que, aun siendo universales, no son leyes científicas, el primero por ser un enunciado vacuo, ya que no existen las sirenas y el segundo por que se refiere a un hecho casual.

Teorías científicas.
A medida que una ciencia avanza, aumenta también el número de leyes. Éstas se agrupan en función del tipo de fenómenos que explican. Una vez que las leyes han quedado relacionadas entre sí, los científicos intentan formular explicaciones más generales sobre el tipo de fenómenos de los que se ocupan esas mismas leyes. Así nacen las teorías científicas. Las teorías científicas presentan dos características principales:
Incorporan términos teóricos y postulan su existencia real.
Un término teórico es aquel que designa una entidad que no es perceptible a simple vista ni con la ayuda de instrumental de laboratorio, pero que forma parte de una teoría científica.
La gravedad, la fuerza o el electrón son términos teóricos pues ninguna de estas entidades es observable a simple vista ni con la ayuda de instrumental. Sólo percibimos sus efectos y, por ello, determinadas teorías científicas afirman su existencia real. Por ejemplo, aceptamos la existencia de átomos porque la teoría atómica los postula.
No pueden ser sometidas a contrastación experimental directa.
Las leyes constituyen explicaciones sobre la realidad observable y las teorías, a su vez, son explicaciones realizadas a partir de estas leyes. Por eso, no son directamente comprobables a través de la experiencia. Su verificación solo puede realizarse indirectamente a través de esas mismas leyes que le proporcionan el soporte explicativo.
Estas dos características hacen que resulte apropiado preguntarse en qué medida las teorías científicas pueden ser catalogadas como verdaderas o falsas. Los filósofos de la ciencia se han ocupado ampliamente de este asunto y han ofrecido tres respuestas:
Realismo: consideran que las teorías científicas son objetivamente verdaderas o falsas dependiendo de si se corresponden fielmente con la realidad o no. Los términos teoréticos postulados por las teorías científicas verdaderas se corresponden con entidades realmente existentes.
Instrumentalismo: considera que las teorías científicas no son ni verdaderas ni falsas; sólo son más o menos útiles para organizar nuestra experiencia y las leyes que empleamos para explicarla. Los defensores de esta posición no se ponen de acuerdo sobre si se debe o no asignar una realidad física a las entidades teóricas.
Descriptivismo: consideran que las teorías científicas son descripciones resumidas de relaciones entre sucesos o propiedades observables. Las teorías no pueden ser catalogadas como verdaderas o falsas, pero sí indirectamente, ya que pueden ser traducidas a enunciados comprobables a través de la observación.

La clasificación de las ciencias.
Desde su nacimiento, la ciencia ha extendido sus dominios de tal forma que, en la actualidad, abarca un territorio muy amplio que debe ser parcelado. Esas parcelas constituyen las distintas disciplinas en las que la podemos dividir según sea su objeto de estudio. Las ciencias de dividen:
Ciencias formales. Se caracterizan por no ocuparse de los hechos, sino de las relaciones existentes entre una serie de símbolos previamente introducidos conforme a una reglas.
Ciencias experimentales.
Centran su atención en los hechos observables y en las relaciones que podemos descubrir entre ellos. Dentro de estas existe otra división:
Ciencias naturales. Se ocupan de la realidad natural.
Ciencias sociales. Prestan atención a la realidad social y humana.

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